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sábado, 1 de febrero de 2014
JUDAISMO PRACTICO: Historia de Los Sefardies.
JUDAISMO PRACTICO: Historia de Los Sefardies.: Historia de los Judíos Sefardíes Antes de continuar quisiera poner en contexto la importancia de la historia del Anusim, termino con el...
Historia de Los Sefardies.
Historia de los Judíos Sefardíes
Antes de continuar quisiera poner en contexto la importancia de la historia del Anusim, termino con el que se denomina al descendiente de los judios forzados a la conversion al cristianismo.
Ante la insensibilidad de muchos judios en la actualidad y ante la realidad del despertar que ha habido sobre este ambito quisiera poder aportar un poco en lo que al tema respecta.

Es más razonable suponer que los primeros asentamientos judíos en la Península Ibérica tuvieron lugar tras la destrucción de Jerusalén por Tito el año 70. La guerra contra Roma y la desaparición del Templo abrieron la gran Diáspora hebrea por el Mediterráneo que pudo alcanzar Hispania en el siglo I. En el año 135, los romanos sofocan la última sublevación judía aplastando el levantamiento de Bar-Kochba. En esta época ya se encuentran epitafios y monedas en nuestras excavaciones. Otro dato importante es la carta que Pablo de Tarso escribe a los romanos sobre su visita a España, lo que puede indicar la existencia de comunidades judías en la Península. También en esta época Jonatán ben Uziel identifica a España con la Sefarad bíblica y de ahí que los judíos españoles se llamen safardíes.
El año 1391 ve desatarse las crueles e injustas matanzas que asolan las juderías de Castilla, Cataluña y Valencia, en las que perecen miles de judíos. La presión antijudía se concreta con violencia en el siglo XV y se obliga a los judíos a llevar distintivos en la ropa. Las predicaciones de san Vicente Ferrer, la disputa de Tortosa entre judíos y cristianos y la Bula de Benedicto XIII, el papa Luna, contra los judíos, aceleran la destrucción del judaísmo español. Las predicaciones del arcediano de Écija, Ferrán Martínez, fanatizan a las turbas que asaltan las juderías y dan muerte a miles de judíos. En 1476 se establece el Tribunal de la Inquisición en Sevilla. Siete años más tarde, fray Tomás de Torquemada es nombrado Inquisidor General. Las persecuciones habían producido una oleada de conversiones forzosas. La Inquisición actuó con dureza contra los conversos y acentuó la presión sobre los judíos: los hebreos eran obligados a escuchar las predicaciones de los dominicos en las sinagogas, tras lo cual se producían las conversiones.
Los Reyes Católicos, ocupados en la guerra de Granada, habían aceptado la financiación ofrecida por don Isaac Abravanel y don Abraham Senior, Contador Mayor de Castilla y Rabino Mayor del reino para sufragar l gastos de la guerra, lo que no les impidió firmar el 31 de marzo de 1492 el Edicto de expulsión. Las súplicas de don Isaac Abravanel en favor de sus hermanos fueron rechazadas por los Reyes Católicos. La política real basada en la unidad dinástica, el poder real y la unidad religiosa se apoyó en la Inquisición y en fray Tomás de Torquemada para conseguir la conversión de los judíos.
Todos aquellos que no aceptasen el bautismo deberían abandonar España en el plazo de cuatro meses dejando todos sus bienes. Unos 100.000 judíos abandonaron España. Se distribuyeron principalmente por Grecia, Turquía, Palestina, Egipto y Norte de Africa. Sus descendientes son los sefardíes, que conservan aún el idioma de Castilla. En su Diáspora por todo el Mediterráneo llevaron en su corazón dos nombres: Sefarad y Jerusalén.
El fenómeno de la vida oculta del judaísmo de España constituye probablemente uno de los capítulos más apasionantes de la historia judía, y sus testimonios siguen siendo vigentes hasta el presente. A pesar de las numerosas dificultades, los descendientes de anusim lograron preservarse y preservar los lazos con sus raíces judías y la sensación de pertenencia al pueblo judío durante más de 600 años.
Como se sabe, los anusim son judíos que en tiempos de la Inquisición fueron forzados a convertirse al cristianismo, pero que siguieron cumpliendo los preceptos judaicos en secreto.
Los anusim se caracterizan por diversos nombres y diferentes historias. El concepto conocido en España y Portugal era el de “marranos” (un apodo despectivo que compara a los anusim con cerdos). También estaba muy difundido el término de “criptojudíos”, cristianos judíos o conversos, es decir, judíos que habían cambiado de religión. En otros lugares los llamaban “cristianos nuevos” para señalar su reciente incorporación al cristianismo. En Palma de Mallorca (una isla al sur de España) los llaman “chuetas”. Hoy en día, los descendientes de los marranos, chuetas o cristianos nuevos prefieren definirse como “anusim” o descendientes de anusim. El denominador común a todos estos nombres es el hecho de que fueron forzados a abandonar el judaísmo y obligados a aceptar la fe cristiana contra su voluntad, a pesar de que en sus corazones y en sus hogares seguían manteniendo la fe y la tradición judía a diferentes niveles.
Cabe destacar que no todos saben que las leyes de la Inquisición y sus iniquidades subsistieron hasta el siglo XIX. Las leyes de la Inquisición se revocaron formal y definitivamente en España sólo en 1834; de hecho, en algunos países de América del Sur y en Angola las persecuciones prosiguieron hasta fines del siglo XIX.
Han pasado más de 600 años desde la aparición del fenómeno de una vida judía oculta en la Península Ibérica, y menos de 200 años desde la revocación de las leyes de la Inquisición en España, Portugal y el continente americano. A pesar de eso, las huellas de los descendientes de anusim no sólo no desaparecieron de la historia, sino que siguieron existiendo activamente hasta el presente.
¿Qué dice la Toráh sobre esto?

os por *seres humanos: dioses que no pueden ver ni oír, ni comer ni oler.
29 »Pero si desde allí buscas al Eterno tu Dio con todo tu *corazón y con toda tu alma, lo encontrarás.30 Y al cabo del tiempo, cuando hayas vivido en medio de todas esas angustias y dolores, volverás al Eterno tu Dio y escucharás su voz.31 Porque el Eterno tu Dio es un Dio compasivo, que no te abandonará ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que mediante juramento hizo con tus antepasados. (Debarim 4:25-31)
64 »El ETERNO te dispersará entre todas las naciones, de
uno al otro extremo de la tierra. Allí adorarás a otros dioses, dioses de
madera y de piedra, que ni tú ni tus antepasados conocieron.65 En
esas naciones no hallarás *paz ni descanso. (Debarim 28:64)
1
»Cuando recibas todas estas bendiciones o sufras estas maldiciones de las que
te he hablado, y las recuerdes en cualquier nación por donde el Eterni tu Dio te haya dispersado;2
y cuando tú y tus hijos se vuelvan al Eterno
tu Dio y le obedezcan con todo el *corazón y con toda el *alma, tal como hoy te
lo ordeno,3 entonces el Eterni
tu Dio restaurará tu buena fortuna[a] y se
compadecerá de ti. ¡Volverá a reunirte de todas las naciones por donde te haya
dispersado!4 Aunque te encuentres desterrado en el lugar más
distante de la tierra, desde allá el Eterno
tu Dio te traerá de vuelta, y volverá a reunirte.5 Te hará volver a
la tierra que perteneció a tus antepasados, y tomarás posesión de ella. Te hará
prosperar, y tendrás más descendientes que los que tuvieron tus antepasados.6
El Eterno tu Dio quitará lo pagano
que haya en tu corazón[b] y en
el de tus descendientes, para que lo ames con todo tu corazón y con toda tu
alma, y así tengas vida. (Debarim 30:1-7)
¿Qué dice la ley judía en relación a los anusim?
Pero sus hijos y nietos (de los judíos rebeldes),
quienes, mal dirigidos por sus padres…y entrenados en sus ideologías, son como
niños tomados en cautividad por los gentiles y son criados en sus leyes y
costumbres, cuyo estatus es de un “anus” (uno que abjura de la ley judía bajo
coerción), quien, aunque más tarde aprenda que es judío, conoce judíos, los
observa practicar sus leyes, es sin embargo, un “anus”, ya que éste fue
instruido equivocadamente en los caminos de sus padres…Por lo tanto, se harán
esfuerzos para volverlos al arrepentimiento, acercándoles con tratos amistosos,
de manera que puedan volver a la fuente que da poder, esto es, la Toráh.
(Mishneh Torah: Sefer Shofetim, Hilekhoth Mumarim 3:3)
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